17 ene 2011

EDICIÓN Nº 33 NOVIEMBRE-DICIEMBRE

El Molino
por Dolores Valentino

Giraba mientras el viento llegaba embravecido.
Y las jarillas se inclinaban, haciéndole reverencia.
Entretanto, en el algarrobo, se guarecían las calandrias que 
quedaron sin nido.
El fuerte soplido tocaba melodías en las cuerdas de un aire cristalino.
Y las ramas se quebraban, cuando el remolino con furia pasaba.
El sol asustado, se cubría con un manto gris.
Entonces, oscurecía.
Y la luna asomaba despacio, alumbrando al viejo molino, 
que descansaba a los pies del guadal.
La noche se filtraba entre los chañares.
Y en la laguna quieta, se dormía.
Y con su capa oscura la cubría.
Más allá, la lechuza en el alambrado especulaba.
Mientras el silencio se arrastraba entre los cardos.
Donde los tordos criollos con sus  plumajes negros se escondían.
En las barrancas el viento suspiraba.
Hasta morir.
Dejando al molino reflejarse en el agua del pozo.
Donde las estrellas lavaban, sus caras luminosas.