3 nov 2010
EDICIÓN Nº 31 SEPTIEMBRE - OCTUBRE
Atesoras en tus manos frescas a las palomas desamparadas.
Y al sendero le resguardas las piedras de la gruta.
Mientras el frío pasa entre los carros viejos del establo, donde se cobijan las ovejas.
Espesa capa de hierbas amarillas tapizan los bordes del camino,
donde tropiezan las hojas muertas.
Colores tristes pintan el rostro de la siesta escarchada, en este día.
Y la rosa desolada se abriga con su capa roja.
Y el pájaro inerte en la rama gorjea tímido, sobre la gotera del achacoso galpón.
Entretanto la gaviota, en su vuelo blanco se refleja en la represa.
Invierno, con tus pasos arrastras un pedazo de otoño
que quedó insertado en la floración tardía.
Entretanto el eucalipto desde su altura, con sus hojas perfumadas
sobresale en el surco estrecho. Y del aire cuelga una campanilla que repica
anunciando mansamente tu llegada. Entonces…
Consuela a la hiedra que apenada se desliza en la profundidad,
mientras escucha una romanza del otoño que se va.
Y el cielo se acurruca entre las estrellas que florecen en el cáliz de la noche,
donde la luna se desnudó.
El silencio en cambio, encendió su luz en el antiguo candelabro azul de la mañana.
Y el leño ruborizó las mejillas del muro taciturno.
Invierno, que llegaste a buscar unas alas tibias que te lleven
junto al corazón ahuecado del viento apasionado.
Espera, que el sol aclare.
Y el encanto se atreva a transitar hasta llevarte.
A la florida primavera.
9 sept 2010
EDICIÓN Nº 30 JULIO-AGOSTO 2010
Cuando en la esquina del estrecho callejón
se apiñaban las hojas tristes.
Donde la tierra albergó las gotas que se escapaban
de la faz helada del invierno.
Mientras los tordos, hacían duelo cuando en los rosales,
las rosas se morían.
Y el aire congelaba los pétalos caídos.
Y el viento trizaba las hojas secas.
El diluvio..., inundaba la árida garganta del débil portal
donde se posaba el zorzal.
Mientras las sombras comulgaban con la ciega oscuridad.
Entonces el miedo, oprimió al corazón compungido que latía.
En el pequeño pecho del pájaro, recién nacido.
14 jul 2010
EDICION Nº 29 - 2010
La carta amarillenta llegó en otoño.
Ella, con manos temblorosas la abría.
Sus ojos verdes y calmos como el mar, apasionados deletreaban cada párrafo.
Y un grueso lagrimón corría, sobre la tinta vieja.
Hojas con olor a chocolate, a frío...
Esa era su sensación.
Y la soledad del cuarto la guardó.
Mientras un marco antiguo mostraba una foto color sepia de un joven de ojos color café y una sonrisa sutil.
La carta llegó en otoño.
Cuando el jardín no florecía y las hojas caían sobre la calesita quieta.
Solo el galope del corazón se sentía, cada vez que la recibía.
Pasos lentos sostenían un vientre vacío.
La tarde en cambio, se evaporaba en una taza tibia de té.
Mientras los días, sobrevolaban el calendario como pájaros ansiosos.
La carta llegó en otoño.
Y otra y otra mas...
Hasta que un día la noche, de locura envolvió su delgada figura.
Y la incansable espera, sus ojos le cerró.
La carta llegó en otoño.
Y el día se desnudó.
Solo la ausencia la recibió.
9 may 2010
EDICION Nº 28 - 2010
5 mar 2010
EDICIÓN Nº 27 - 2010
5 ene 2010
EDICION Nº 26 - 2009
Mágico y sutil es el encuentro entre el tulipán y la violeta.
Se refugian en un aire cargado de silbidos de pájaros que turban al silencio del cielo.
Y de paseo salen a perfumar balcones.
En la siesta se refrescan, luego se columpian en las
verdes ramas amalgamando sus colores, alegrando
a la maceta rota.
Para luego atravesar al espacio en un vuelo
perfumado, y perderse en la noche que sostiene una luna que flota escondiendo en su risa redonda una campanita que tintinea, cuando mariposas de seda llegan hacia ella.
Entre los juncos del pantano duermen, corolas etéreas.
Mientras sus pies mojan junto al naranjo.
Ella borda los contornos y la naturaleza sus labios le pinta.
Entretanto él, va vistiéndose de azulino para luego, su encanto mostrar.
Juntos miran del cerro bajar la nostalgia, al atardecer.
Y en la cuna de la laguna sus pétalos mecen.
Ella es frágil, él fuerte, pero ambos beben al sol por las mañanas.
Y con el viento danzan, coloreando al verano con pinceles de agua, cuando la lluvia los destiñe.
Juntos viven, y juntos morirán en la cálida solapa de abril.
El tulipán y la violeta.