9 may 2010

EDICION Nº 28 - 2010

La Casa Abandonada
doloresvalentino@hotmail.com

Amanecía, el sol despuntaba en la montaña.
Y ella sola, se mecía en el cristal del día.
Trinos despertaban al árbol frondoso donde los nidos se guarecían.
Solo los rayos dorados penetraban sus muros.
Donde la perpetua soledad se apoderaba de ella.
La puerta cerrada era la clara evidencia del abandono.
Mientras el jarrón vacío, sediento moría en el rincón.
Y en la jaula quieta se hamacaban los píos ausentes.
Solo por la mirilla se filtraba el canto de la calandria y
el perfume de los jazmines.
De lejos venia el grito roto de una flor campestre
corriendo por el sendero triste, donde las amapolas se asoleaban.
La luna en cambio, se colgó del cielo oscuro cuando la estrella bajó, sigilosamente escondiéndose, en la mansa cara de la noche.
La casa muda, dormía sus pálidas mejillas en la rosa vieja,
que le cantaba una canción de cuna.