19 jul 2011

Vida

por Dolores Valentino
Escritora puntana residente en Juana Koslay
doloresvalentino@hotmail.com

Que pasas a los pies del retrato de la abuela, haciéndole reverencia.
Por el corazón ahuecado del viejo balcón
arracimando pequeños sentimientos.
Espera…
Que mis ojos pinten con acuarela las copas de los árboles.
Que arrope mis manos en un ramo de blancas azucenas.
Que sostenga en mis pupilas al sol y al atardecer.
No vayas por el camino más corto.
Aún tengo que llegar donde brota el agua,
para enviar barquitos con besos azules.
Colgar en las ventanas primaveras,
beber al amanecer en la copa cristalina del día.
Oler el fruto de la vainilla recién cortada.
Hacer en el cielo un collage con pedacitos de mi barrio.
Buscar a la muñeca que quedó varada en el baúl de los recuerdos.
Hacerle el ruedo a la ronda de los rosales.
Y así juntas, recitar entre las glicinas en una tarde soleada.
Y en el espacio que me quede,
pintar ángeles plateados para la próxima navidad.
Embriagarnos con el aroma del naranjo,
y por las noches inflar corazones con los suspiros del alma.
Y con la luna emborracharnos en las aguas del pantano.
Espérame en silencio
donde duerme la madreselva,
donde anidan las palomas.
En la pequeña corola de la violeta,
junto a los ojos castaños de la siesta.
En un racimo de risas de mis hijos,
en las mejillas redondas de mis nietas.
Vida…
No me sueltes de la mano
Que no quiero perderme
Espera… espera.
¡Es que pasas tan de prisa!

1 jun 2011

No ha florecido este verano

por Dolores Valentino
Escritora puntana residente en Juana Koslay

Mi corazón no ha florecido este verano.
Ni rosas, ni jazmines, ni alelíes lo perfumaron.
Se durmió en invierno, cuando la tempestad lo atravesó.
En él, no he colgado primaveras, ni soles, ni estrellas.
Ni los ojos verdes del verano lo han mirado.
Tampoco las mariposas se le han posado.
Sólo pájaros azules lo han alzado.
Y en vuelo se lo llevaron.
Y con trapitos celestes de cielo, lo curaron.
Luego, en una caja de cristal lo guardaron.
Entonces, la brisa lo visita.
Trayéndole olores a verano, a siesta, a lluvia.
En su contorno se ha posado una calandria,
salpicándolo de gotitas de uvas cristalinas,
que darán a luz en este mes de febrero.
Sólo, se desnuda ante la mirada de un ramito de violetas.
Mi corazón no ha florecido este verano.
Ni rosas, ni jazmines, ni alelíes lo perfumaron.
Ni siquiera la magnolia le regaló su sombra.

23 mar 2011

Pétalos azules de amor

por Dolores Valentino
Escritora puntana residente en Juana Koslay
El corazón quedó desnudo, solo,
sosteniéndose en el espacio
cuando te fuiste.
Palpitando entre el vuelo del
pájaro que pasaba.
Dejando a tu pecho
ahuecado de dolor
donde anidó una flor.
El amanecer en cambio,
lo invitaba a recostarse, sobre su lecho
de blancas amapolas.
Mientras suspendido en pequeñas
lágrimas de plata
se desgarraba, en el abandono.
Enfermo de soledad el pobre,
se fue callado en las entrañas
oscuras de la noche
junto a los pétalos azules del amor.

17 ene 2011

EDICIÓN Nº 33 NOVIEMBRE-DICIEMBRE

El Molino
por Dolores Valentino

Giraba mientras el viento llegaba embravecido.
Y las jarillas se inclinaban, haciéndole reverencia.
Entretanto, en el algarrobo, se guarecían las calandrias que 
quedaron sin nido.
El fuerte soplido tocaba melodías en las cuerdas de un aire cristalino.
Y las ramas se quebraban, cuando el remolino con furia pasaba.
El sol asustado, se cubría con un manto gris.
Entonces, oscurecía.
Y la luna asomaba despacio, alumbrando al viejo molino, 
que descansaba a los pies del guadal.
La noche se filtraba entre los chañares.
Y en la laguna quieta, se dormía.
Y con su capa oscura la cubría.
Más allá, la lechuza en el alambrado especulaba.
Mientras el silencio se arrastraba entre los cardos.
Donde los tordos criollos con sus  plumajes negros se escondían.
En las barrancas el viento suspiraba.
Hasta morir.
Dejando al molino reflejarse en el agua del pozo.
Donde las estrellas lavaban, sus caras luminosas.

3 nov 2010

EDICIÓN Nº 31 SEPTIEMBRE - OCTUBRE

Invierno
Atesoras en tus manos frescas a las palomas desamparadas.
Y al sendero le resguardas las piedras de la gruta.
Mientras el frío pasa entre los carros viejos del establo, donde se cobijan las ovejas.
Espesa capa de hierbas amarillas tapizan los bordes del camino, 
donde tropiezan las hojas muertas.
Colores tristes pintan el rostro de la siesta escarchada, en este día.
Y la rosa desolada se abriga con su capa roja.
Y el pájaro inerte en la rama gorjea tímido, sobre la gotera del achacoso galpón.
Entretanto la gaviota, en su vuelo blanco se refleja en la represa.
Invierno, con tus pasos arrastras un pedazo de otoño
que quedó insertado en la floración tardía.
Entretanto el eucalipto desde su altura, con sus hojas perfumadas 
sobresale en el surco estrecho. Y del aire cuelga una campanilla que repica 
anunciando mansamente tu llegada. Entonces…
Consuela a la hiedra que apenada se desliza en la profundidad, 
mientras escucha una romanza del otoño que se va.
Y el cielo se acurruca entre las estrellas que florecen en el cáliz de la noche, 
donde la luna se desnudó.
El silencio en cambio, encendió su luz en el antiguo candelabro azul de la mañana.
Y el leño ruborizó las mejillas del muro taciturno. 
Invierno, que llegaste a buscar unas alas tibias que te lleven 
junto al corazón ahuecado del viento apasionado.
Espera, que el sol aclare.
Y el encanto se atreva a transitar hasta llevarte.
A la florida primavera.

9 sept 2010

EDICIÓN Nº 30 JULIO-AGOSTO 2010

Diluvio
Escritora puntana - doloresvalentino@hotmail.com
El diluvio comenzó en una noche estéril.
Cuando en la esquina del estrecho callejón
se apiñaban las hojas tristes.
Donde la tierra albergó las gotas que se escapaban
de la faz helada del invierno.
Mientras los tordos, hacían duelo cuando en los rosales,
las rosas se morían.
Y el aire congelaba los pétalos caídos.
Y el viento trizaba las hojas secas.
El diluvio..., inundaba la árida garganta del débil portal
donde se posaba el zorzal.
Mientras las sombras comulgaban con la ciega oscuridad.
Entonces el miedo, oprimió al corazón compungido que latía.
En el pequeño pecho del pájaro, recién nacido.

14 jul 2010

EDICION Nº 29 - 2010

La Carta
La carta amarillenta llegó en otoño.
Ella, con manos temblorosas la abría.
Sus ojos verdes y calmos como el mar, apasionados deletreaban cada párrafo.
Y un grueso lagrimón corría, sobre la tinta vieja.
Hojas con olor a chocolate, a frío...
Esa era su sensación.
Y la soledad del cuarto la guardó.
Mientras un marco antiguo mostraba una foto color sepia de un joven de ojos color café y una sonrisa sutil.
La carta llegó en otoño.
Cuando el jardín no florecía y las hojas caían sobre la calesita quieta.
Solo el galope del corazón se sentía, cada vez que la recibía.
Pasos lentos sostenían un vientre vacío.
La tarde en cambio, se evaporaba en una taza tibia de té.
Mientras los días, sobrevolaban el calendario como pájaros ansiosos.
La carta llegó en otoño.
Y otra y otra mas...
Hasta que un día la noche, de locura envolvió su delgada figura.
Y la incansable espera, sus ojos le cerró.
La carta llegó en otoño.
Y el día se desnudó.
Solo la ausencia la recibió.

9 may 2010

EDICION Nº 28 - 2010

La Casa Abandonada
doloresvalentino@hotmail.com

Amanecía, el sol despuntaba en la montaña.
Y ella sola, se mecía en el cristal del día.
Trinos despertaban al árbol frondoso donde los nidos se guarecían.
Solo los rayos dorados penetraban sus muros.
Donde la perpetua soledad se apoderaba de ella.
La puerta cerrada era la clara evidencia del abandono.
Mientras el jarrón vacío, sediento moría en el rincón.
Y en la jaula quieta se hamacaban los píos ausentes.
Solo por la mirilla se filtraba el canto de la calandria y
el perfume de los jazmines.
De lejos venia el grito roto de una flor campestre
corriendo por el sendero triste, donde las amapolas se asoleaban.
La luna en cambio, se colgó del cielo oscuro cuando la estrella bajó, sigilosamente escondiéndose, en la mansa cara de la noche.
La casa muda, dormía sus pálidas mejillas en la rosa vieja,
que le cantaba una canción de cuna.

5 mar 2010

EDICIÓN Nº 27 - 2010


Lágrimas


Prontas asoman en el surco de la mirada
llamando a los recuerdos que se filtran por las pupilas luminosas.
Caen las gotas volviéndose lago.
Lago que lava las elípticas mejillas.
Y la noche con su manto acoge, para luego
abandonarlas en el charco donde sueñan las estrellas.
Mientras la luna aspira el dulzor de los naranjos.
Y escucha al interminable cancionero del río
que corre entre las pencas.
Diamantes parecen cuando brillan
en el atardecer que el ángel dibujó.
Y por las mañanas con el sol se derriten,
acarameladas gotas de miel.
Con hilos de plata el rostro hilvana, diáfanas puntadas
que esperan las suaves manos
atesoren en pequeños pedacitos de cristal.
Lágrimas, que en la mañana despiertan en trinos
al afligido corazón.
Y en él ruedan y ruedan.
¿Hacia dónde van?

5 ene 2010

EDICION Nº 26 - 2009

El Tulipán y la Violeta

Mágico y sutil es el encuentro entre el tulipán y la violeta.

Se refugian en un aire cargado de silbidos de pájaros que turban al silencio del cielo.

Y de paseo salen a perfumar balcones.

En la siesta se refrescan, luego se columpian en las

verdes ramas amalgamando sus colores, alegrando

a la maceta rota.

Para luego atravesar al espacio en un vuelo

perfumado, y perderse en la noche que sostiene una luna que flota escondiendo en su risa redonda una campanita que tintinea, cuando mariposas de seda llegan hacia ella.

Entre los juncos del pantano duermen, corolas etéreas.

Mientras sus pies mojan junto al naranjo.

Ella borda los contornos y la naturaleza sus labios le pinta.

Entretanto él, va vistiéndose de azulino para luego, su encanto mostrar.

Juntos miran del cerro bajar la nostalgia, al atardecer.

Y en la cuna de la laguna sus pétalos mecen.

Ella es frágil, él fuerte, pero ambos beben al sol por las mañanas.

Y con el viento danzan, coloreando al verano con pinceles de agua, cuando la lluvia los destiñe.

Juntos viven, y juntos morirán en la cálida solapa de abril.

El tulipán y la violeta.

23 oct 2009

EDICION Nº 25 - 2009

Soledad

Sentada sobre la hiedra estaba, trepandose llorosa entre las hojas lastimadas por el frío.
Lenta se mecía en las ramas lánguidas y luego se deslizaba por el tallo, hasta desvanecer.
La luna, silenciosa, cabalgaba en la joroba del muro sin que nadie la advirtiera, pero ella le hacia compañía.
El viento, al verla solitaria a pasear la llevó; mientras la escuálida estrella bajaba despacio a confiarle el misterioso secreto de la laguna.
Entretanto la noche, cubría con su manto oscuro la brasa encendida del leño que, abrazándola, pudo espantar su pavor y luego hacerla dormir en su polvillo gris.
Anidando allí, una lágrima y una nostálgica mirada.Afuera la rosa, con sus labios carnosos asomaba en el fulgor de la mañana. Y en sus pétalos blanquecinos la acogía, ocultándola en la corola que latía, acompasando con la gota que caía. En la tarde desolada el pájaro esculpía sus trinos, mientras ella, en sus alas hacía su posada; para luego salir con él a volar.
Y en su pico colgar un trocito de luna, una rama y una rosa. Juntos volarían hasta llegar al sol. Entretanto el cielo, abría una flor celeste y en su pecho despoblado florecía.
Soledad... que oculta caminas, te trepas y deslizas por todos los lugares arañando con tus ojos un pedazo de la tarde. No llores.
Porque en mis manos te llevo, junto a un ramito perfumado de violetas.

EDICION Nº 24 - 2009

Desolación

Estaba el pájaro sobre la rama inerte, que el frío había desnudado desgranando trinos transparentes que se congelaron en el pentagrama del aire de un día invernal.
Mientras en el nido asomaba su cabecita el jilguero, avistando al sol que había escondido sus rayos en el rosedal.
Solo los pasos del viento entre las hojarascas recorrían el lugar, y en el rincón donde la hiedra escalaba el muro, dormía un ramo de pensamientos.
El surtidor en cambio, espiaba a la gota fría que pronta caía, estrellándose en el suelo y estremecida de dolor, se deslizaba convirtiéndose en grietas cristalinas.
Despoblado de hojas el árbol, guardaba entre sus ramas al jolgorio del otoño que en la hamaca de efímeras pasiones se hamacaba.
Desolación: es lo que sentí al ver a las flores despojarse de sus frágiles pétalos y a las hojas flotar por el espacio y en puntas de pie bailar, hasta desvanecer.
El pájaro de pronto, trizando el aire, alzó su vuelo…El jilguero en su nido se quedó…Y el sol nunca asomó.
Solo el sutil soplido del viento se escuchó.
Y mi corazón en pájaro de chocolate se convirtió.¡Desolación..., desolación...!!

EDICION Nº 23 - 2009

Corazón de otoño

Despuntaba el alba tras la montaña y él, abría sus ojos castaños y en su boca de miel guardaba los albedríos del verano.
Al prado, al campo y al parque abraza tibiamente mientras se posa en las alas de una mariposa; y en la fuente, donde vienen a beber pájaros azules, las rosas su contorno han esmaltado.
Entretanto la luna, austera, viaja en silencio por el manso río; la noche la mira ausente.
Sólo ha quedado la melodía del jilguero acongojado, cabalgando entre las ramas desnudas de los árboles.
El campo en cambio, va amalgamando colores almendrados al llegar el triste atardecer, y en las tiernas azucenas los grillos adormecieron.
Vientos azulados de violetas, rozan al cuerpo dorado de las margaritas, que en el efímero cristal del aire tallaron su forma en aquellos días calurosos.
En cambio, los pensamientos se deshojan entre la poesía del otoño; que con sus ojos castaños y su boca de miel, ruedan junto a las nueces.
Y el pájaro calló el canto mientras perdía su ilusión… ahí, donde la lluvia olvida al perfume del jazmín.
Con él también, ha callado el canto en mi entristecido corazón de otoño.

EDICION Nº 22 - 2009

Silencio

Cuando la noche se coronaba con la aurora, llegaste sin avisarme; ni siquiera preguntaste si podía recibirte.
En aquel día de verano donde las hortensias se asoleaban y las ranas abrían sus paraguas porque comenzaba a mostrarse la lluvia, entraste y sobre los jazmines del añejo jarrón, te instalaste.
Silenciaste al continuo aletear de los pájaros sin dejar que el trinar se convirtiera en jolgorio para mis oídos. Aquietaste al suave danzar de las aguas del río y lentamente te cobijaste en mi rostro acongojado, ocultándote en la comisura de mis labios secos, colocándome en mis manos un ramo de nuevos sentimientos. Hasta aquí llegaste, sin preguntarme si puedo recibirte, callando la risa de tu ego que solo se asoma por el muro de este tiempo nuevo.
Mansamente te guardaste en una lágrima que el día esculpió y ahora se resbala por la mejilla, que alguna vez besó una estrella.
Con pasos cortos de gorrión travieso, avanzaste en mis días… ¿compañero serás eternamente? O hasta que una rosa deje fluir su perfume y llegar hacia donde un día se quebró mi alma y pueda volver a sonreír. ¿Serán las buenas manos de mi madre o las risas de mis hijos que golpeen mi estúpido callar?¿Tal vez el suspiro enfermo de la noche sea quién te ahogue en su oscuridad hasta morir?
En mi corazón te has encallado. Pero… en el exótico encaje de espumas de las olas del mar te he de abandonar para que navegues hasta donde él te quiera llevar.
Silencio, silencio de pájaros en vuelo, de trinos, de brisas, llantos y risas, de campanas, suspiros y latidos.
Todos se irán contigo porque hoy, quiero volver a escuchar.

EDICION Nº 21 - 2009

Enero, abrázame

Joven de piel olorosa, arribaste con tus colores a la estación del verano, abriéndote paso entre las alas del jardín, en la montaña, y en el despoblado callejón; donde el jazmín se abanica asomándose al balcón.
Enero, llegaste alegrando a la rosa, abriéndole un pimpollo nuevo en el viejo macetón.
Colgándote en tu cintura, racimos de frutas frescas, trepándote en el aljibe que solo, duerme bajo el rosedal.
Tallando tus brazos en la aurora que se asoma, buscándote, para atrapar los gorjeos de los gorriones y guardarlos en tu pecho hasta que salga el sol.
Luego te apareces por las ventanas bañándolas de luz, regalándoles tu aliento azul que se pasea por el cantero cubierto de clavelinas, donde la luna hizo noche y la lluvia llora sus penas, refrescando a un día agobiante.
Haciéndote el distraído paseas por el jardín enamorando a la magnolia, que con su perfume, adormece las alas de los pájaros.
También te hamacas en las ramas de los árboles, murmurándole a la siesta, que apasionada, se recuesta en el muro del patio.
Por las noches, en cambio, luces un traje laminoso mientras caminas lento por los senderos, recogiendo estrellas que se atreven a peregrinar por la inmensa oscuridad del cielo. Cuando de repente, tropiezas con la rosa vieja y enferma, y arrodillándote ante ella, le preguntas por aquel amor de un tiempo lejano. Pero..., despojándose de sus aterciopelados pétalos, murió en tus brazos, sin llegar a responderte.
Enero, joven de piel olorosa, baila un vals con tus recuerdos, atrapa tu risa que se cuela por el misterioso silencio de las flores, y escucha al sonido de la campana que llega desde el río que corre apresurado, convirtiéndose en remanso para tus oídos. Y luego escucha mi voz que te clama, ver salir al sol por las mañanas...y tiéndeme tus perfumadas manos con un ramito de blancas azucenas.
Luego..., luego abrázame fuerte y oprime contra tu pecho mi trémulo corazón hasta morir. Morir en ti.Solo una flor he de pedirte para que arome, cuando me recuerdes, y sus pétalos se desprendan en el aire y vuelen junto al viento, hacia el apasionante escondite que he guardado para vos.
Enero, que hoy te arrastras por el patio de la casa, prométeme volver con tu calido olor a verano, a siesta y a naranjo en flor, para arrullarme junto a vos y susurrarte todos mis secretos.
Enero... abrázame!!!