23 oct 2009

EDICION Nº 13 - 2007

Quiero seguir escuchando tu presencia... Chorrillero

De lejos viene un silbido, no puedo decir de donde, las hojas comienzan a moverse y el polvillo de los pinos se desparrama..., pero... si es el viento que viene llegando, vive en una casa amplia, sin puertas ni ventanas, se llama "Chorrillero ", y es oriundo de mi ciudad: San Luis.
Tiene un temperamento fuerte, y a veces es juguetón, salta, corre, es divertido, hasta juega a las escondidas, se trepa por todas partes y también es divertido (entra sin pedir permiso).
Me aferro a mi abrigo, me cubro con la chalina, porque tengo la sensación, de que pronto me la quitará.
En los molinos del campo gira, como una calesita, esperando que salga agua, para lavar su cara gris.
Por las montañas hace cabalgatas, dejando polvo en la atmósfera, y en el campanario de la capilla, hace repicar las mañanas domingueras.
A las escobas hace trabajar, que se miran unas a otras, haciendo una campaña de paz.
Barren las hojas secas que el nogal dejó caer, mientras los pétalos de las flores se acurrucan, tras el muro que murmura, lo despintado que está.
Con su silbido contento va, aunque a veces es despiadado, y silba fuerte hasta aturdir a los pájaros que sus nidos sostienen, también a las palomas, que arrullan sin calma.
No se sabe donde se esconde y en el buzón de la esquina una nota dejó, despidiéndose del lugar. Pero todos lo buscan porque algo les llevó.
A doña Clara le arrancó, una muda de ropa que en la soga colgó, al jardín le barrió todas las hojarascas y al campo le arrastró las semillas que había que sembrar. Al jilguero su nido le ensució, que para sus pichones construyó, con plumas, hilos y lanas. Al hornerito le embarró su morada que en una horqueta del árbol incrustó, y a la farola de la casa..., su sombrero le llevó. Al viejo caldén le enredó, una tonada cuyana, que del rancho se escapó.
El sol con su pañuelo, consuela una nube perdida, que el viento persiguió, llevándola sin destino. La lluvia en cambio contenta canta, porque después de la tormenta al arco iris visitó. ¿Donde se habrá escondido? quizás en el maizal, o en algún hueco de la montaña, o tal vez se fue a descansar en los chañares o en las jarillas. Desde lejos se escucha un bostezo y las campanillas del campo se trepan por los alambrados, mientras le preparan una melodía, para el mediodía. Un niño que pasaba por acá, vestido a lo gauchito, me preguntó: ¿De qué color lo pintarías? ¿Al viento? interrogué. Y si paseara por los cardos de azul, si se trepara entre los naranjos, de naranja, si escalara por las montañas, de marrón, si durmiera en mi tejado, de rojo, si se bañara en el arroyo, de celeste, y si danzara entre las vainas del algarrobo, dorado.
Si soñara entre los jazmines, de blanco, y si volara sobre las alas de las mariposas, sería multicolor, ahora... cuando peinara el trigo maduro, de amarillo. Si yo pudiera con mis manos atraparlo, lo pintaría de verde, como la esperanza, de verlo algún día, tocarlo por un instante, y de sentir en mi cuerpo, que me abraza y me arrastra por las quebradas, hasta soltarme para ser viento, y silbarle bajito a tu alma: amor mío, y llevarte el olor a peperina fresca, que maduró en la montaña.
Al viento le pregunto: ¿Dónde estás? ¿Dónde es tu refugio? No me dejes sola entre las pencas, junto a esta cruz solitaria, sigue silbando para mí, mientras la noche, va cerrando y encerrando tu soplido, quiero seguir escuchando: tu presencia CHORRILLERO.