23 oct 2009

EDICION Nº 17 - 2008

Encuentro enamorado de estaciones

El verano muere en los brazos del otoño, mientras la paloma arrulla en la vieja azotea despertando a los perros que sueñan en el último escalón de la escalera.
El sol tibio acaricia a las amapolas y se guarda en el viejo macetero; y las mariposas peregrinan por el cálido aire otoñal.
Las margaritas amarillas, en cambio, abren sus pétalos suaves para danzar como bailarinas, y calladas esperan la silenciosa llegada de este otoño.
En el aire manso flotan libremente los trinos de los pájaros, mientras la parra da a luz sus últimos frutos, en esta tarde soleada.
Otoño, con tus manos doradas llegas a pintar al árbol que solo, se desnuda en el rincón abandonado de la casa, y despojas a los rosales que se han dado un baño de perfume, para este encuentro enamorado de estaciones.
En puntas de pie te asomas a mi balcón, tiñendo a mis pájaros de plata con colores ocres, y regalándole al limonero y al naranjo, estrellas doradas.
Muere el verano en los brazos del otoño, mientras se escucha bajito un silbido entre las piedras, que se arrastra por el patio y luego se levanta a bailar un vals junto al jazmín.
Otoño…, otoño…, cuántos he dejado atrás, y cuántos más he de vivir.
Bajo la luna esperaré con cascabeles de plata entre mis manos, a este encuentro enamorado de estaciones.